Julio 25 de 2011
En La historia me absolverá —nombre con el cual trascendió el alegato de autodefensa de Fidel Castro en el juicio por los sucesos del 26 de julio de 1953, también denominado Programa del Moncada—, aparece resumida en seis aspectos la tragedia que vivía el país por aquel entonces, incluido el problema de la salud del pueblo. ¿Por qué actualmente tal flagelo es “agua pasada”? A ello responderé, grosso modo.
Para dar una idea del grado de sufrimiento de la familia cubana en el tema de la salud pública antes del 1ro. de enero de 1959, acoto que el noventa por ciento de infantes del campo estaban devorado por parásitos que se les filtran desde la tierra por las uñas de los pies descalzos; que miles y miles de niñas y niños morían todos los años por falta de recursos, mientras que la mortalidad infantil por cada mil nacimientos vivos era del 60 por ciento —según datos conservadores—; al tiempo que la mayoría de jóvenes y adultos en general carecían de las condiciones más elementales para disfrutar de una sanidad decente.
Sin embargo, a esta altura, el giro prácticamente es de 90 grado.
Por ejemplo, si a finales de la década del noventa del siglo pasada la Tasa de Mortalidad Infantil en Cuba era de 7,9 por cada mil nacidos vivos, al cierre del 2010 ese indicador se redujo al 4,5 por igual número de nacimientos, mientras que en 21 municipios del país el registro por el mismo concepto fue de cero; al tiempo que ese índice devela una tendencia decreciente en los menores de 5 años de edad: si en 2002 fue de 8,1 fallecimientos por mil llegados al mundo, en diciembre último descendió a 5,7 los muertos —y aumenta el empeño por la reducción, tanto como humanamente sea posible.
Otras enhorabuenas exhiben datos como los que continúan: a los infantes se les aplican 10 tipos de vacunas que los protegen contra 13 enfermedades trasmisibles, y la nación ha logrado eliminar seis enfermedades prevenibles a través de las campañas de vacunación.
Tales resultados son el producto de una voluntad política de reflejada en diversos Programas como el Materno Infantil, contra las Enfermedades crónicas no transmisibles y Enfermedades transmisibles, así como el orientado a la Atención al adulto mayor. Este último, prioriza el perfeccionamiento del trabajo en la atención primaria, fundamentalmente del médico y enfermera de la familia, utilizando los círculos de abuelos y otras alternativas no institucionales con la participación comunitaria.
Todo ello tiene lugar muy a pesar del más largo Bloqueo que registra la Historia escrita, cuya estadística revela el sufrimiento y más que provoca en los pacientes y sus familiares, al no poder contar con el medicamento idóneo y en muchas ocasiones en el momento necesario para salvar una vida.
¡Cuánta diferencia con los datos que ofrecen las Naciones Unidas al pulsar la salud pública a escala internacional!
Si a lo anterior le agregamos que en la actualidad el 69 % de alrededor de 57 mil colaboradores cubanos que prestan sus servicios en 98 países y 4 territorios de ultramar lo hacen en el sector de la salud, entonces no hay que emborronar más cuartillas para acreditar que la salud pública en Cuba es más que uno de los sueños de la gesta del Moncada.